Novak Djokovic se corona en la campaña “PLAY WITH ICONS” de Lacoste
El exnúmero uno del tenis mundial protagoniza la nueva narrativa visual de Lacoste, elevando el clásico polo blanco a la categoría de símbolo imperial.
Lacoste ha lanzado su nueva campaña global “PLAY WITH ICONS”, una oda visual a sus prendas más emblemáticas y a las personalidades que las encarnan.
En el corazón de esta propuesta se encuentra Novak Djokovic, quien, con una imagen cargada de simbolismo y elegancia, reafirma su posición como rey absoluto de las canchas y figura central del universo Lacoste.
De hecho, el serbio ya fue protagonista en octubre de 2024 en uno de los mayores eventos de la Maison francesa celebrado en la Gran Muralla China.
Djokovic y el polo Lacoste: dos leyendas, un solo símbolo
Vestido con el inconfundible polo Lacoste en blanco crudo, Djokovic aparece envuelto en una red de tenis dorada que se transforma en una capa real. La imagen, conceptualizada como una coronación contemporánea, trasciende la moda deportiva y la fotografía comercial para convertirse en un acto de consagración visual.
Este retrato sintetiza el ADN de Lacoste: deporte, elegancia y herencia. Al mismo tiempo, rinde homenaje a la trayectoria del serbio, cuyo dominio en las pistas es tan innegable como su influencia fuera de ellas. La prenda, símbolo eterno del cocodrilo, encuentra en Djokovic un embajador a su altura: técnico, imbatible y con carisma de leyenda.
La visión artística de Tyler Mitchell
Bajo el lente del renombrado fotógrafo Tyler Mitchell, la escena adquiere un tono pictórico y solemne. Mitchell, célebre por reimaginar los códigos de la fotografía de moda, logra capturar a Djokovic con una mezcla de fuerza serena y autoridad estética, dotando a la imagen de una belleza narrativa atemporal.
El polo como objeto de culto
El polo Lacoste no es simplemente una prenda; es un ícono del vestir deportivo, reinventado década tras década. Con Djokovic como protagonista, la marca lo recontextualiza como pieza regia, fusionando funcionalidad técnica con una carga simbólica que conecta con el legado aristocrático del tenis.
Esta reinterpretación consolida la voluntad de Lacoste de elevar sus clásicos hacia nuevas dimensiones estéticas, sin perder su esencia deportiva. Djokovic, por su parte, se convierte no solo en rostro, sino en mito viviente del estilo Lacoste.